LA URGENCIA DE VIVIR EN EL PRESENTE
No solemos valorar situaciones, no solemos dar el valor que merece nuestro día a día, nos sentimos devorados por el trabajo, el cuidado de hijxs y los diferentes quehaceres cotidianos. Y el tiempo pasa, rápido y fugaz, y nuestra vida gira y gira a toda velocidad sin saborear las pequeñas cosas, aquellas que hacen que realmente todo valga la pena. El confinamiento nos ha acercado a todas estas sensaciones, que parecen haberse esfumado con la ‘nueva normalidad’. La vida nos ha regalado un punto de inflexión, nos ha obligado a detenernos, a ir hacia dentro, a compartir con nuestra familia, a quedarnos en nuestros espacios más íntimos…Es como si, al no ser capaces de hacerlo por nosotros mismos, o tener una gran dificultad, la vida tenga en cuenta hacernos un regalo en modo de aviso. Y, parece mentira, pero tendemos a hacer oídos sordos a la vida, a esas señales… Nuestra capacidad de autogestión queda limitada a la vorágine de una sociedad que corre sin freno…